Seguro que te ha pasado en más de una ocasión en redes sociales: estar tranquilamente navegando entre publicaciones en Instagram o en TikTok y, de golpe, ver mucho contenido con el mismo baile, o la misma canción, y pensar en hacer una entrada similar. Finalmente, cuando te decides a hacerlo, al cabo de un par de horas, ha dejado de tener la relevancia que poseía y ha quedado obsoleto y anticuado. Este es, grosso modo, el funcionamiento actual de las redes sociales.

Estamos constantemente recibiendo información inmediata, datos actualizados al instante, vídeos en directo de otras partes del mundo. La saturación a la que llega nuestra mente ha alcanzado tal punto que necesitamos estar siempre atentos a las últimas noticias, o las últimas tendencias, que se desarrollan en otras partes del globo. Y un reflejo de esta realidad son las redes sociales, pues no dejan de verse como la nueva manera de interactuar que tenemos los individuos.

Si la inmediatez se ha instalado en nuestra forma de vivir, es comprensible pensar en lo voluble de las redes sociales: lo que hoy es trending topic, en unos minutos dejará de serlo, en unas horas no tendrá apenas relevancia, y en unos días se habrá olvidado completamente. Creo que lo mejor que podemos hacer es reflexionar sobre este tema, porque nos ayuda a comprendernos y conocernos  como individuos y como sociedad.

La velocidad del progreso

Si te dijera que Cleopatra está más próxima, en la historia, del teléfono que de la construcción de las pirámides, seguramente tu primera reacción sería de sorpresa, porque son tres elementos que han marcado tendencia dentro de su espacio temporal. Pero cuando pensamos en los años que hay entre los tres, una cosa queda clara: el ritmo al que avanza la tecnología —y por consiguiente, su progreso— es exponencial y cada vez más elevado

Internet tiene apenas cincuenta años, el primer teléfono móvil de mano data de casi 1980; y ahora son dos elementos indispensables en nuestra actividad diaria. ¿Qué quiero decir? Que cuanto más conocemos, más progresamos, más rápido alcanzamos los límites e intentamos superarlos para ver hasta dónde podemos llegar. En tecnología este proceso queda claro porque estamos constantemente actualizando componentes, mecanismos, materiales y procesos. Pero, la duda es si como sociedad pasa algo similar; y la respuesta es un rotundo sí.

¿Qué muestran las redes sociales?

Las modas llevan existiendo desde que el ser humano se relaciona con otros para formar sociedades y asentamientos. Solo hay que pensar en la ropa, el estilo, las costumbres o las prácticas de épocas pasadas para comprobar que, efectivamente, muchas han cambiado con respecto a lo que conocemos ahora. Si pensamos en nuestros padres o nuestros abuelos, nos daremos cuenta de que las tendencias nacen, se mantienen y se esconden o se modifican, pero nunca desaparecen; y el ritmo al que lo hacen depende de cada sociedad.

Pero como dijimos al principio, el medio actual y las redes sociales han precipitado estos cambios. Las redes sociales deben entenderse como la nueva manera de establecer relaciones sociales a niveles que antes ni se imaginaban: hablar con personas de diferentes países en cualquier momento, aunque no entendamos su idioma, se consideraba una utopía, y ahora solo necesitas entrar en Twitter o en Facebook para volverlo realidad. 

Pero la pregunta que me hago aquí es la siguiente: ¿qué es lo que permanece? El contenido en redes sociales es tan voluble y cambiante que muy pocas cosas consiguen el derecho a permanecer eternamente: lo que hoy gusta, puede que mañana nos repugne, y viceversa. Pero una cosa está clara, esto no quiere decir que no debamos preocuparnos por lo que publicamos.

Ser efímero es una oportunidad

La constante renovación y vorágine de contenido que se publica a cada minuto en redes debe entenderse como una necesidad humana de comunicarnos. Igual que en una conversación, todo es efímero: si estabas mirando para otro lado te lo puedes perder; si hablas por encima de otro, a lo mejor no le prestas atención; si no estabas en el mismo sitio, no sabes qué ha pasado. Este es el funcionamiento de una red social, pero con todo en su máximo exponente.

Por eso mismo el contenido es tan evasivo y difícil de mantener, porque está en constante movimiento y sin detenerse jamás —que es a lo que nos hemos acostumbrado como consecuencia de la inmediatez de la información—. Y por eso mismo se hace tan necesario prestarle atención a nuestro contenido, porque puede que para muchos pase desapercibido, pero para otros es algo que esperan o que encuentran por sorpresa y les puede interesar.

Este sería el momento ideal para recordarte la importancia del copywriting y del marketing de contenidos, de la buena gestión de nuestros perfiles en redes o de su posicionamiento, pero pienso que lo adecuado es dejarlo para otro momento —pero ojo, no lo descuides—.

Ve más allá del contenido

¿Por qué triunfa esta publicación? ¿Cómo esta foto tiene tantas visitas? Hay cosas que parecen escapar de nuestra comprensión, pero el ser humano tiene esa capacidad de cambiar de opinión en un instante, de fijarse en detalles que no esperaríamos, o de maximizar lo más nimio —hacer una montaña de un grano de arena—. Entiende las redes como conversaciones, es mi consejo: observarlas como tal, cambiantes y espontáneas. Adáptate a ellas y deja que ellas mismas te digan cuándo intervenir. Porque lo bueno, si breve, dos veces bueno.